En este sentido, Aranda señaló que “en esa situación no podía renegar demasiado” primero a causa del “mandato de mi padre y segundo a la dictadura militar. Revelarme en ese momento, primero que tenés miedo - no estamos en la época de ahora que los hijos se le plantan a los padres- en ese momento yo tenía 18 años y era como que tenía 14, ósea no podía pararme de frente a mi padre”.
Por lo tanto, recordó: “Me tocó hacer el servicio militar en Puerto Deseado, Santa Cruz, el regimiento que estaba designado desde ya antes de ser incorporados en Campo de Mayo - donde hicimos la inscripción- y se declaró la guerra y estábamos en ese espacio”.
Además, Aranda reveló que “su trabajo de tareas” era “cuidar el Continente y proveer a las Islas (Malvinas) desde un principio todas las proveedurías de víveres, plasma, cartas”. En ese contexto, afirmó: “Fue lo que me tocó a mí con una identidad completamente masculinizada pero muchas veces seguía siendo la persona que sigo siendo hoy, no me cambió a mí un aspecto físico pero para la realidad del Ejército era un soldado”.
Por otro lado, manifestó que dicho trabajo lo llevaban a cabo “siempre con el filo del miedo de ser derribados al ras del agua”. Y agregó: “Nosotros andábamos con los bolsos, los cargadores, los cascos y las armas encima porque si se tenía que conquistar y entrar al choque con un avance inglés no te iban a preguntar si venías del Continente (...) ibas a tener que pelear como cualquiera de los que estaban ahí adentro”.
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