El 3 de junio de 2017 en una marcha convocada por el movimiento Ni Una Menos, Reibaldi coincidió con sus compañeras y decidió integrarse al grupo de familiares de genocidas con quienes pudo canalizar sus emociones primeramente, para luego avanzar en organización.
“Venimos del nido de la serpiente, de lo peor de nuestra historia reciente. Entonces nos presentamos como familiares de genocidas. Pero vamos por la memoria, la verdad y la justicia”, dijo en diálogo con 6 grados de separación.
“Nos ha tocado nacer donde nacimos, fue lo que nos tocó; no lo elegimos. Pero como familiares podemos elegir qué hacemos con esto que nos tocó, y ahí es donde decidimos desde una posición ética posicionarnos en un lugar de repudio a los crímenes de lesa humanidad de los que nuestros familiares han sido y son responsables”, aseguró.
Seguidamente señaló “muchos de ellos han muerto impunes, otros han sido juzgados, condenados y siguen en prisión, lamentablemente la mayoría domiciliaria. Nuestra posición es que deben cumplir sus condenas en la cárcel” ya que consideró que “no son presos comunes” sino “criminales de lesa humanidad, y tienen una categoría mucho más horrorosa: han lesionado a toda la humanidad y al interior de sus familias”.
Su padre Julio Reibaldi un oficial del ejército que se retiró como Mayor en 1970 tras prestar servicios en la Central de Inteligencia 601, donde pasó la mayor parte de sus años.
“En 1971 vuelve estando retirado como personal civil de inteligencia. Tengo su legajo oficial del ejército hasta el 70’, y pude tener vista de su legajo microfilmado del 71’ al 83’, pero deja sus quehaceres criminales en 1986 y en 2002 muere impune ya que todavía no habían llegado los juicios”, sostuvo, al tiempo que agregó “murió sabiendo el repudio que yo manifesté hacia su accionar. Paradojalmente era la única persona con quién podía hablar de ese tema, aún queriéndolo mucho. No podía hablar con otras personas porque me daba una vergüenza feroz”.
Bajo el alias de Juan José Rivera, su padre cumplía funciones como analista e iba indicando a quienes secuestrar. El militar fue enviado como parte del Plan Cóndor a cumplir tareas en Perú, y Uruguay, entre otros países de latinoamérica.
“Para mí siempre fue un papá muy querido. Era un hombre violento pero no conmigo. Recuerdo un testimonio de Emilce Moler, quién decía que hay que entender las situaciones en toda su complejidad y no romantizarlas. Los genocidas son personas comunes que están al lado de uno en el banco, un supermercado, o el subte. Incluso los torturadores de hoy en día, porque existen en las cárceles y las comisarías, también están al lado nuestro”, alertó.
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