En Código Provincia conversamos con Aníbal Esmoris, que conoció a de cerca a Luca Prodan y se nutrió de las mismas fuentes contraculturales. Hoy es productor de una película realizada "bajo el concepto de patrimonio cultural y de exhibición gratuita permanentemente, porque es muy interesante que la gente de 20 o 30 años que no vivió todo eso, pueda abrevar, nutrirse de los 80, con Sumo y Los Redondos, que marcaron algo. Luca es como Gardel".
Respecto a los orígenes del documental, Esmoris recuerda que "cuando se graban estos shows, Luca dice ´grabá esto porque no sé si me queda mucho tiempo´. Nadie lo creyó sinceramente, que alguien que uno consideraba un inmortal se iba a morir". La presencia de la cámara no era algo que formara parte del despliegue de siempre de Sumo, sino que en ese momento Rodrigo Espina estaba realizando "un cortometraje en el cual Luca era el protagonista. Este concierto que damos a la luz era parte de ese proceso y la indicación que tenía el camarógrafo, José Luis García, era seguirlo a Luca", una tarea que a priori parece poco sencilla, pero "Luca tenía un aura, una energía, un imán, qué hacía que esa situación de seguirlo, te la facilitaba. La película abre y Luca dice que es un show al revés, porque arranca tocando Fuck You que era el tema de cierre. Era como que encendían una turbina de un avión y te volaban todos los pelos".
Consultado por las influencias musicales de Luca Prodan, Esmoris señaló que "el Punk fue probablemente la última gran revolución cultural a nivel musical que hemos tenido. Yo eso lo veía en directo y Luca también. Él trabajaba en una disquería en Londres y lo vio en vivo a Lou Reed. Entonces Luca trajo el Punk a la Argentina y también trajo el Reggae como cuestión cultural".
En cuanto al Luca en la intimidad, Esmoris explicó que "era el mismo abajo y arriba del escenario. Mirá esto, para este concierto de Obras, que no era el primero que hacían ahí, el camarógrafo José Luis lo fue a buscar a Luca a su casa a la calle Alsina y se fueron a Obras en el colectivo 29. Fue a tocar a Obras en colectivo. Ahí estaban los fans que no entendían cómo iban compartiendo el colectivo con Luca, que lo iban a ver a él al recital. El resto de los músicos no hacían eso. Él tenía una cuestión de vivir en el pueblo. Luca fue criado en una familia adinerada. Estudió en el mejor colegio de Europa, donde sólo podían ir los primogénitos varones de la familia, y las familias eran los reyes. Luca se escapa de ahí. Está la metáfora del príncipe y el mendigo. Luca es el príncipe vivía en el palacio que salta el muro y decide cambiar con el mendigo para estar cerca del pueblo. Era eso, un tipo culto que leía Shakespeare antes de ir a dormir, pero a su vez era el que iba con una campera rota con unos borrachines a una esquina del Once".
Por último, con admiración recordó la relación del cantante de Sumo con sus fans, "Luca durante el show educa al público. Por ejemplo, el público empieza a agredir a las coristas y Luca les para el carro enseguida, les dice calma, estas chicas son mujeres que vienen a acá a trabajar, son sensibles, no son putitas que vienen acá a cogerse a los músicos. Otro momento es cuando lo invita a Calamaro y la gente le empieza a gritar puto. Luca les dice que paren, que él era trolo y todos los músicos también. El concepto que da Luca es el de respetarse los unos y los otros. Lo que predomina, lo que nos hace humanos es el amor, no el odio".
