En el primer programa de Dos Dinosaurios Vivos, conducido por Carlos Ulanovsky y Hugo Paredero, dialogaron con el escritor y creador de contenidos, Hernán Casciari, quien además es impulsor de la revista Orsai. “En todo lo que hago busco desarrollar proyectos colectivos”, manifestó, y subrayó que “la irrupción de internet entre 1995 y el 2000 propició cambios que no todos vieron rápidamente”.
Más tarde, agregó que “incluso las grandes empresas de la cultura intentan que el trabajo no sea colectivo ni horizontal”, debido a que “económicamente les conviene que sea piramidal”. “Es decir –señaló- les conviene que haya que haya un jefe supremo, que por abajo estén todos los actores de la cultura y, por último, los creadores cobren la menor cantidad de plata posible”.
Casciari analizó que “esto se erigió entre principios hasta finales del siglo XX”, por cuanto “no había otra manera más que industrial de explicarle a un montón de gente que había salido un nuevo libro”. Sin embargo, detalló que “internet empezó a proponer otro sistema y desde Orsai nos subimos muy rápido a ese caballo que no tenía precedentes y que consistía en hacer entre todos, incluyendo a los lectores, a quienes les preguntamos si querían una revista”. En tal sentido, reveló que “no le preguntábamos a los auspiciantes ni a las gobernaciones ni pedimos un subsidio porque sabíamos que del otro lado hay un lector ávido”.
Por otra parte, se refirió a su primer proyecto que impulsó entre 1992 y 1995 en la localidad bonaerense de Mercedes. Se trató de la revista La Ventana. “Fue mi primera pequeña universidad, porque realizaba una revista de humor satírico y político en un pueblo tan conservador”, reconoció. Seguido, explicó que “Mercedes tuvo el regimiento, la curia y están todos los abogados del mundo en los tribunales”. La iniciativa concluyó a los 2 años y medio porque les hicieron juicios. “En ese tiempo fue tremendo el aprendizaje que tuve”, valoró y recordó que “contaba mentiras de los vecinos de Mercedes. Era una revista que intentaba hacer literatura, pero como la gente no leía literatura, les ponía nombres reales de vecinos a los personajes y así caían las cartas documentos. Era muy rebelde y camicace en esa época”.