Al comienzo de la entrevista, Natalia Salvo señaló: “Yo creo que el abogado, futuro juez, es el gran sucesor de un cura o un médico de familia. Ocupa un lugar simbólico que es casi un lugar de garantía divina. A mí me parece que a veces nos creemos modernos en este proceso de sustitución, digamos que en términos económicos la transición entre el feudalismo y el capitalismo, y un poco el lugar de Dios lo ocupa la razón y la razón también es una construcción de poder. La economía y el derecho son construcciones súper estructurales que definen las relaciones de poder”.
“Desde el protocolo de Bullrich hasta todas la normativas que están saliendo ahora, si efectivamente la ley no vale de nada: ¿Por qué estos que son los reyes del poder real necesitan cooptar una estructura estatal para utilizarla para sus propios propósitos? Porque sirve esa ley”, agregó la abogada laborista en diálogo con el programa Historia Nocturna por Radio Provincia AM 1270.
Además, la autora del libro ¿Quién le cree a la Justicia? La lucha por el derecho, continuó: “El tema es que quienes consideran que esa ley brota de un manzano, brota del derecho natural, difieren de los que pensamos que el derecho es un producto social. ¿La semana trágica no fue un antecedente normativo que nos llevó a la reducción de la jornada que alcanzamos en 1929? Entonces las leyes tienen un antecedente que siempre es social. Si ese derecho no es un producto social, es un derecho que no se corresponde con su pueblo y un derecho que no se corresponde con su pueblo es, por lo menos, un derecho ilegítimo”.
Por otra parte, manifestó: “Creemos que la ley es un instrumento objetivo y es inmaculado, y en realidad siempre protege un interés sectorial, el tema es de que sector protege. Cuando Rosenkrantz dice 'atrás de una necesidad no siempre puede haber un derecho' no se está refiriendo al derecho de propiedad y de protección del capital financiero, se está refiriendo a los derechos de la ancianidad, a los derechos del niño, a los derechos de los laburantes. Ahí hay un sesgo profundamente ideológico oculto en un paño de objetividad y naturalidad. Si hay una falacia que impera en la facultad de derecho es la falacia del todo y la parte”.
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