Martín Sancia Kawamichi presentó recientemente el libro Kurepa, que propone un diálogo filosófico a través de la historia de una estudiante argentina que visita Paraguay para acompañar a su pareja y entra en el juego de un médico repleto de secretos. “Hice un viaje a Paraguay en un ambiente muy parecido al de la novela, igual. Está inspirado en el consultorio de un médico pero no el personaje, el personaje es inventado. Estuve un mes allá de vacaciones con quien era mi pareja en ese momento”, señaló el escritor.
Asimismo, indicó: “Me gustaba y me interesaba el tema del tono, fui escuchando mucho, me parecía que eso era fundamental. Me pasa cuando laburo con Japón o con otros países que logro como el espacio y el ambiente, eso es lo que me estimula a seguir escribiendo. Trato de huir de lo que es lo habitual para mí porque la escritura se me va para otro lado. Si escribo sobre La Matanza pierdo dominio de la escritura. Es como una manera de complicarme un poquito las cosas para que después no me salte la bestia”.
Por otra parte, en diálogo con el programa Narraciones Extraordinarias por Radio Provincia AM1270, contó: “Estaba leyendo mucha filosofía. En realidad yo lo que quería hacer es que la protagonista se llevaba el libro de Wittgenstein y se quedaba dormida, y cuando se despertaba en el cuadernito suyo aparecía Wittgenstein traducido al guaraní. Quise hacer una cosa así y después me di cuenta que era demasiado. ¿Cómo hacía para traducir y saber que estaba bien? Entonces si me gustaba la idea del duelo, que el tipo lo pusiera en cuestión y que tuviera que ver con lo filosófico el duelo, y fui por ahí”.
“Empecé con escritura para adulto y lo infantil me apareció cuando dije que era imposible escribir para adulto. Fui para lo infantil porque me resultaba menos incomodo fracasar ahí”, destacó el docente de la Universidad del Sur de Buenos Aires. “Gané el Premio Sigmar y pensé que este era mi camino, pero no, la literatura infantil trató de mostrarme con absoluta claridad que no era mi camino. No se me abrió ninguna puerta. Después si la literatura para adultos me pulió mucho el estilo, tanto es así que escribo muchísimas locuras pero no uso malas palabras”, agregó.
Ya sobre el final, concluyó: “Siempre escribí sin parar. Lo que si cambió es que no tengo el desencanto con el que escribía antes. Antes escribía en el vacío porque no sabía que iba a pasar con eso, la perspectiva de publicación cambia mucho. Si escribo mucho más rápido, antes laburaba por acumulación y ahora más por síntesis. Lo que antes decía en veinte paginas ahora trato de decirlo en menos, pero en Kurepa volví a lo frondoso porque era lo que me pedía el texto”.