La escritora, dramaturga y directora teatral, Carla Maliandi, se refirió a su novela “La estirpe”.
En declaraciones a Radio Provincia, en el programa El Refugio, señaló que “la novela empieza a partir de imágenes e ideas” vinculadas “a un músico militar que tiene que ver con mi tatarabuelo que llegó de Italia y le tocó participar en las campañas de exterminio de Roca”. Así, en el relato, reflexiona sobre cómo ser la nieta de un hombre que puso su música al servicio de una matanza.
La protagonista de “La estirpe”, casi no sabe quién es. Qué le gusta. Qué le importa. De qué se trataba el libro que estaba escribiendo. Casi no sabe nada de sí ni de los demás: del nombre de su hijo ni noticias. Y todo por un motivo banal: en su fiesta de cumpleaños se le cayó en la cabeza una de esas bolas cubiertas de espejitos.
Sin embargo, el olvido que borra el presente abre un surco hacia lo más hondo: el tatarabuelo de Ana, la mujer de la fiesta malograda, fue director de banda en el ejército de Julio Argentino Roca, que encabezó parte del exterminio contra los indígenas argentinos.
Maliandi señaló que “nosotros, que ya conocemos la historia de los niños apropiados, podemos encararla desde ahí, aunque fue otro contexto. Fue el rescate de una nena, pero también fue separarla de su cultura, su idioma y su nombre”.
En ese marco, significó que “la imposibilidad de contar esta historia en términos históricos me llevaba a una trama” donde “la narradora tiene un accidente ridículo en su cumpleaños número 40 y pierde su memoria, pero va recuperando parte de la memoria de la Historia, de la construcción de la Nación, de este ancestro suyo y esta nena toba”.
Por eso la protagonista “va dejando de ser lo que le dicen que era, la pregunta está en qué es uno, cuánto de lo que uno es, es una construcción armada a través de la mirada de los demás”, reflexionó la mujer.