En diálogo con Superlógica, el escritor, de larga trayectoria en la literatura argentina con libros como “El espectáculo del tiempo”, “La vaca” y “Fenómenos argentinos”, entre muchos otros añoró sus años de transitar las calles de la capital provincial porque “La Plata tiene mucho de ese ambiente de jóvenes con ideas extrañas, como bola de rengo buscando un centro de gravedad, para evitarlo. Tengo recuerdos de mucha libertad, nómade y salvaje”.
Son muchas las librerías en nuestra ciudad y Becerra recordó su primera favorita, cuando tenía 18 años: “Una librería es una escuela. La mía Capítulo 2. El arte del librero es saber qué libro es para vos. Sostienen esa especie de religión que no va a cambiar el mundo pero da la vida por su pasíón”.
Sobre su oficio de escritor, reflexionó sobre la posibilidad que le da crear mundos a través de las historias que relata: “En la vida, cumplir deseos materiales tiene muchos obstáculos. Es como entrar a una selva sin saber lo que hay. En cambio en la literatura, es un mundo marginal y menos condiciones materiales para cumplir los sueños”.
Sobre sus propios sueños, dijo que “es un misterio porqué uno escribe, pero todo lo que uno hace es un misterio. Frente al hecho consumado, la retrospectiva trata de encajar esa decisión”.
En cuanto a la posibilidad que tienen los miles de escritores en nuestro país, señaló que
“las grandes máquinas editoriales ya no permiten el fulbito. Los cortes que hacen son imaginarios, conozco apuestas que fracasaron y éxitos inesperados. Las apuestas son parte de ese mundo. Las independientes son más refinadas y consecuentes”.
Becerra compartió también
Juan José Becerra escribe actualmente en https://www.eldiarioar.com/ y lo describió como un diario que no abunda, que escasea. La experiencia de leer un diario es más social, más cultural y más masivo. Uno se relaciona con ofertas de sentido que si no son maliciosas son enfermizas. Son relaciones malas. Si uno lee diarios es difícil que despierten confianza, porque sabés que la plataforma que sostiene esos discursos hacen muchos cálculos. Algo que dice la verdad y algo falso, vale lo mismo. Pero cuando lees el diario Ar, es un diario escrito por personas normales. Me pasó lo mismo cuando escuché una conferencia de Gallardo, eligiendo el lenguaje sin falsa pasión. Son personas en las que se puede confiar”.