En diálogo con Historia Nocturna, el académico contó que desde hace algunos años “trabajé mucho las relaciones entre cambios políticos y formas de concebir la temporalidad, pero en los siglos 18 y 19” y que las herramientas de análisis que utilizó junto a un equipo iberoamericano “las apliqué a lo más reciente, que es el macrismo”.
Seguidamente, puntualizó “empecé pensando que el discurso del macrismo estaba muy impregnado por lo neoliberal o pose ideológica, en sentido de que lo que importa es el futuro, el pasado ya no nos orienta. Claramente había una cosa futurizadora, no sólo porque se planteaba ‘el pasado no nos gusta’, sino ‘desentendámonos del todo’”. En ese sentido, diferenció esta postura de la de “una fuerza política tradicional de derecha” que “hubiera cambiado las figuras de los billetes, pero no hubiera puesto animales”.
En su trabajo editorial, el autor postula que “hubo una especie de patologización sobre el pasado” (durante el macrismo), que funcionó como “una forma de diferenciarse del kirchnerismo que había hecho del pasado un elemento central en la constitución de su discurso y en la aplicación de políticas públicas”.
“Lo que une esa veta futurista es el anti igualitarismo y anti populismo: en Argentina es muy sencillo de entender, es el anti peronismo”, afirmó. “Por razones buenas o malas, con eso terminó en definirse como oposición”.
Wasserman luego profundizó en el análisis “hay como dos temporalidades; el discurso macrista plantea ‘vivimos en la locura del kirchnerismo, tenemos que volver a la normalidad’, hay un libro de Majul lleva ese título”. Más allá de la experiencia kirchnerista, el planteo de fondo en los enunciados de funcionarios y medio de comunicación afines al macrismo propone “poner fin a las estructuras y los valores, sobre todo el lugar que ocupa el estado, la relación con el mercado, y un cambio muy radical de la sociedad Argentina. Cuando hablan de volver a la normalidad no están hablando de volver a un pasado dorado, sino a un futuro donde las estructuras colectivas y comunitarias tengan cada vez menos peso que lo individual”.
Finalmente dijo “me pareció como que no se lo toma muy en serio, porque esos discursos funcionan, tienen una gran representación electoral. Hay que entenderlo, porque me interesa el mundo en el que vivo. Me parece que había que hacer otro tipo de ejercicio intelectual mucho más comprometido con el análisis”.