A 150 años de la publicación del libro de José Hernández, Casas publicó una producción editorial en que propone interpretaciones del poema.
En diálogo con Historia Nocturna el autor sostuvo “entre los gauchos había un denominador común, si había algo que los marcaba era pertenecer a los sectores populares. José Hernandez tenia una trayectoria militar y político, no era un personaje desconocido en la historia argentina", y cerró afirmando “el eje más importante es el eje político. Ningun sector político o ideológico se resignó a dejar pasar el Martin Fierro".
Respecto a la primera aparición de el emblemático gaucho, dijo “el Martín Fierro que se va perdió todo a causa de la persecución del estado. Uno de los principales problemas era que se los reclutaba en la leva y se los enviaba a la frontera. Cuando regresó luego de 3 años de malos tratos en el fortín, castigos y desventuras, encontró que había perdido todo y decidió impugnar ese sistema que le había arrebatado a su mujer, a toda su vida”.
En ese sentido, consideró “me parece que cuando decide hacerse matrero lo que está haciendo es correrse de esa sociedad, dice ‘no voy a ser cómplice, no voy jugar el juego de las reglas que ellos imponen y las voy a contestar con toda mi existencia’. A partir de ahí es otro Martín Fierro, el del cuchillo, la pelea que combate a las numerosas partidas y que encuentra la amistad en Cruz. Al entender que eran historias muy similares deciden marchar a las tolderías para vivir con los indios”.
Esta idea contrasta con los mitos propuestos por un sector de la clase dirigente que consideraba a los pueblos originarios como salvajes, bárbaros y opuestos a la “civilización”.
En “La vuelta”, segunda versión de la obra, Hernández plantea una postura contradictoria respecto a la primera, con un Martín Fierro “reconciliado” en cierta forma con el mismo sistema que lo llevó a revelarse y desertar.
“Tenemos que pensar en los cambios que fue experimentando José Hernández en todo ese tiempo, muchos piensan que es una refutación a la vida, otros que no hay tensiones entre la idea y la vuelta, pero para mí son contundentes. Hernández se integró a la política argentina a partir de la famosa conciliación de Nicolás Avellaneda y comenzó a formar parte de esa clase marcada por la construcción de poder del roquismo”, dijo, al tiempo que agregó “ lo que le sucedió a Hernadez marca lo que sucede al personaje protagónico, la idea de un exilio, sentirse en los márgenes, de repten regresar y buscar acomodarse un poco en ese status quo. Ha pedido en demasía para mi gusto la cuestión contestataria y levantista que nos había contado 7 años atrás”.
