En diálogo con Historia Nocturna, Natanson se refirió a la coyuntura política latinoamericana y las causas que llevaron a la irrupción de gobierno de extrema derecha en países del mundo, entre otros temas.
“La democracia brasileña está en tensión desde que Bolsonaro empezó a ascender y fue elegido como presidente del Brasil. Uno a veces tiende a usar categorías del pasado, como que la extrema derecha es una dictadura o el fascismo de los años 30, pero ni Trump ni Bolsonaro instauraron dictaduras fascistas. Pero si instauraron una degradación de la vida cívica, debilitamiento de las instituciones de respeto a los derechos humanos, a las minorías étnicas y la diversidad sexual”, expresó.
Seguidamente, amplió “en los países de democratización tardía de la tercera ola incluyendo los de América Latina la democracia produjo un enorme entusiasmo inicial, y 20 o 30 años después de recuperada una gran decepción en una parte importante de la sociedad”. En ese sentido, consideró “no creo que gran cantidad de los votantes de Bolsonaro esté en contra de la democracia, sino angustiada, cansada. Bolsonaro es un síntoma de lo que está pasando con la sociedad brasilera: si pasado mañana se retira de la política y se va a vivir a Miami, va a haber alguien que exprese ese bolsonarismo social. No es un invento de los medios a alguien que cayó del cielo, es una fuerza política, la expresión de un malestar social convertido en fuerza política”, y opinó que “la responsabilidad principal es de la derecha democrática brasileña, que cuando se produjo el juicio político irregular o golpe de estado suave contra Dilma Rouseff y la proscripción de Lula Da Silva terminó jugando con Bolsonaro, después se arrepintió y ahora volvieron con Lula para ser parte de su gobierno”.
Natanson enumeró posibles causas del ascenso de la extrema derecha en países de América y Europa. “Una de las causas es la insatisfacción. Otra de las causas es una reacción casi en el sentido físico del término, hubo en estos países fenomenales avances en término de pluralismo, de tolerancia a la diversidad sexual, étnica, cultural, de institucionalización del multiculturalismo y reconocimiento de derechos a las minorías. Este fue un movimiento muy importante en Estados Unidos, Europa, Argentina, Brasil”. La irrupción de líderes y fuerzas políticas de extrema derecha “es una reacción a eso: gente cuya situación de privilegio relativo se ve amenazada por los negros, mejicanos, indígenas, las mujeres y que reacciona frente a eso. Pueden ser los blancos desempleados u obligados a trabajar en empleos basura en estados de Estados Unidos donde antes había industria, que pasaron de votar demócratas a Trump, o mucho voto de Cristina Fernández que ahora vota a Javier Milei, los sociólogos no lo pueden creer”.
El historiador agregó “le temo a la naturalización de la extrema derecha, a que se quiebre la coalición opositora y que el sector de Patricia Bullrich decida en lugar de ir con Rodríguez Larreta ir con Milei y que se forme algo más grande. Por eso la responsabilidad de frenar a la extrema derecha no la tiene la izquierda sino la tiene la derecha, el sector moderado del Partido Republicano que perdió Trump, o Rodríguez Larreta”.